PUTREM

Antes de los españoles se fumaba una mezcla de hierbas aromáticas (molle, patata, pitra, tupá, maqui, etc) que genéricamente se llamaba «putrem». No pertenecía al género de la nicotina, pero la reemplazaba con éxito. También SE USÓ EL ESTIÉRCOL MEZCLADO CON YERBA MATE y el llamado «tabaco de hormiga», consistente en el residuo vegetal que acumulaban ciertas hormigas para hacer sus nidos...                                                                             

Las pipas que usaban los indios Eran naturales o artificiales. Entre las primeras, las más originales estaban constituidas por UN CRÁNEO DE PELUDO O DE PILCHE. En estas pipas el tubo de aspiración está formado por los huesos nasal, frontal, maxilar superior y palatino y por el orificio nasal se produce la aspiración. El hornillo de la pipa lo constituye el casquete craneal y la boca del mismo, el orificio occipital.   

Las artificiales se fabricaban con barro o arcilla cocida. Era una cerámica dura y que permitía fabricar una pipa para un comensal o para dos o más comensales al mismo tiempo.      

El ARTE DE FUMAR ERA MÁS PRIMITIVO y horrorizaba a Guinnard cuando relataba que el indio «se acuesta boca abajo, fuma siete u ocho bocanadas, una tras otra, que solo arroja por las narices cuando ya no le es posible conservar el humo más tiempo. Entonces su aspecto es horrible. NO SE VE MÁS QUE EL BLANCO DE SUS OJOS, que se dilatan hasta el extremo de que se pudiera creer que se le van a salir de sus órbitas; la pipa cae de sus labios que ya no pueden sujetarla; quedan sumidos en una borrachera parecida al éxtasis y agitados por movimientos convulsivos que les hacen roncar ruidosamente, al mismo tiempo que arrojan por la boca abundante saliva; sus pies y manos ejecutan movimientos semejantes a los de un perro cuando está nadando...».                                                            

GENERALMENTE SOLO FUMABAN LOS HOMBRES Que padecían con más agrado los deleites de tal intoxicación. Las mujeres los cuidaban evitando los golpes y dándoles agua continuamente. Luego, con el contacto «civilizado», pasaron al tabaco y al final de la conquista ya se veía con asombro fumar a las mujeres jóvenes...                                        

Horacio J. Guido: «El menú del desierto». Revista «Todo es historia» número 12. Buenos Aires, abril de 1968. Pág, 88. Luis Laici 

Por : Claudio Tuñon